¡Qué cool es meditar!
Un momento puede cambiar un día, un día puede cambiar una vida, y una vida puede cambiar el mundo. Siddhārtha Gautama. Buda.
“¿Meditación? ¡No es para mí! ¡Prefiero invertir mi tiempo en mejores cosas!”. Desafortunadamente, este es un pensamiento común en la mayoría de la gente que desconoce sobre los importantes beneficios de esta práctica milenaria, no teísta, de origen en culturas orientales.
Meditación: la aliada perfecta ante el caos mundial
El mundo es dinámico, con micro y macro cambios que inciden en la vida de toda persona: familiares, laborales, sociales, políticos e, incluso, de salud, como lo ha sido el extenso y mortífero periodo de pandemia que ha afectado a la población de todos los países.
Parte esencial del ser humano es estar en constante evolución para adaptarse mejor a su entorno, y toda crisis que enfrenta es una oportunidad de progreso, tal como lo señaló Albert Einstein, razón por la cual, en el caso de la meditación, el número de practicantes a nivel mundial ha ido en ascenso significativo en años recientes, quienes están en busca de soluciones que les permitan atender todos los frentes que tienen ante sí de una manera consciente y serena. Y lo anterior se refleja en el aumento de centros de meditación alrededor del mundo, que tienen como base distintas corrientes filosóficas pero que, en esencia, se orientan al mismo fin. Estos son espacios en donde los visitantes, principiantes y avanzados, la practican con la guía de personas especializadas en el tema, sin embargo, esta práctica también tiene un incremento notable fuera de esos ámbitos, es decir, en el privado o individual, por quienes conocen y valoran su importancia en el desarrollo personal.
Los grandes beneficios
La meditación le permite a uno enfocarse de manera genuina en el momento presente, en el ahora, es decir, en un estado de relajamiento profundo, fomentándose así la circulación de la energía, lo cual ayuda a eliminar el constante flujo de pensamientos desorientados que provocan el estrés, lo cual, en el budismo se denomina como “sufrimiento”; en realidad, representa situaciones impermanentes, a las que de manera inconsciente se les permite que gobiernen nuestro estado de ánimo mucho más de lo que debieran hacerlo, o sea, se les da más importancia de la que tienen.
El objetivo de esta sencilla herramienta es la liberación de pensamientos y acciones negativas, fomentando las positivas. Su práctica ofrece grandes beneficios, como poder controlar mejor las propias emociones y encausarlas de una manera mucho más objetiva e inteligente, lo cual es clave en las relaciones interpersonales a cualquier nivel, estimulando una mejor actuación personal y profesional, y permitiendo repartir todas las ideas que cruzan la propia mente de una forma más acertada. Contribuye también a prevenir y hasta combatir la depresión y, en general, al impulsar tal energía positiva en el propio cuerpo, disminuye la aparición de afecciones físicas y mentales.
Lo necesario para practicarla
Es recomendable situarse en un espacio tranquilo y de preferencia evitar la presencia de cualquier tipo de distractores que puedan alterar la concentración. No existe un tiempo preciso para destinar a la sesión, por lo que cada persona puede determinarlo de manera indistinta, sin embargo, para llegar a estados más elevados de conciencia, se recomienda que dure al menos 1 hora. Para principiantes, el tiempo puede agendarse de manera progresiva, empezando con 5 minutos, y sucesivamente ponerse metas para incrementar la duración de la sesión.
Existen varias técnicas de meditación, pero la más común consiste en simplemente enfocar la atención en la respiración, realizándola de manera natural, sintiendo cómo se llenan completamente los pulmones de oxígeno, contrayendo todo el diafragma para posteriormente exhalarlo, disfrutando y focalizando esa gran sensación de estar vivos al cumplir este ciclo repetitivo. Esto es conciencia plena. La manera en la que se puede maximizar la experiencia consta de 7 puntos básicos.
Los 7 puntos básicos en la postura de meditación
Piernas
Sentados, siendo las siguientes, las 4 formas más comunes: flor de loto y vajra (ambas en el piso, de preferencia con el apoyo de un cojín), utilizando un banco zen (banco de meditación), y la de faraón, en caso de que cualquiera de las posiciones anteriores no sea la que mejor se adapte a la flexibilidad de la persona, la cual consiste en sentarse en una silla convencional cómoda, con respaldo en ángulo de 90°.
Brazos y manos
Mantenerlos relajados y colocar las manos en el regazo, con las palmas hacia arriba; la mano derecha descasando en la palma de la izquierda, o haciendo mudras (tocando el dedo pulgar con algún otro dedo de la misma mano). También pueden descansarse las manos en los muslos
Espalda
Es la parte más importante. Debe permanecer recta todo el tiempo, relajada y erguida, lo cual ayuda a que la energía fluya libremente y contribuya a la claridad y la alerta de la mente durante la meditación.
Mandíbula y boca
Siempre deben estar relajadas, sin apretar los dientes, y dejando una leve separación entre ellos. Mantener los labios tocándose ligeramente.
Lengua
Descansarla apoyándose suavemente con su punta en el paladar superior, y tocando, de la misma forma, la parte trasera de los dientes superiores. Esta posición contribuye a reducir la salivación, lo cual mejora la concentración porque evita tener que tragar saliva constantemente.
Cabeza
Inclinarla unos 15° hacia abajo
Ojos
Mantenerlos entreabiertos dando acceso a un poco de luz, mirando ligeramente hacia abajo sin enfocar nada en específico, y con la inclinación de la cabeza descrita anteriormente, la mirada se dirigirá hacia el suelo enfrente de uno.
Decisión y perseverancia
Llegar a una concentración total requiere de mucha práctica, semanas o muchos meses, dependiendo de cada persona, debido a que, de inicio, la mente estará constantemente inundada de incesantes pensamientos pasados y futuros de nuestra vida cotidiana que, por cierto, cada que ocurran estos momentos de distracción o desatención, no debe culparse o juzgarse negativamente uno mismo, ya que es un proceso completamente normal.
La constancia siempre brinda frutos muy gratos. Conforme pase el tiempo de haber incorporado este hábito en tu vida, ¡tú mismo podrás comprobarlo! ¡Que tu sonrisa sea mucho más grande que tus problemas!